«El comercio libre y justo de uno y otro
lado del Atlántico sustentará millones de empleos estadounidenses bien
remunerados». De esta manera abrió la veda, el pasado mes de febrero, Barack Obama ante un posible acuerdo de Tratado de Libre Comercio (TLC) entre EE.UU y la U.E. Ello supondría liberalizar un tercio del comercio global, con la supresión y reducción de las barreras no arancelarias, principalmente.
El español Ignacio García Bercero,
director de la Dirección General de Comercio de la Comisión Europea, y
su contrapartida, Dan Mullaney, liderararán esta primera toma de
contacto que según el investigador del Real Instituto Elcano, Federico Steinberg, sólo servirá para establecer un calendario de negociaciones. Por tanto, se presenta una primera fecha en el calendario, 2015 - el año que viene la Comisión Europea termina mandato -, con el comisario europeo de Comercio, Karel de Lucht como
paladin impulsor de este posible acuerdo. Según la Comisión Europea, el
acuerdo supondría unos beneficios anuales de 119.000 millones de euros,
es decir, 545 euros por hogar.
Esta primera ronda de negociaciones,
que se celebra en Washington hasta próximo día 12, reúne al principal
destino de la inversión externa de la UE y al segundo objetivo de las
exportaciones de EE.UU. tras China.
Sin embargo, esto no significa sino el comienzo de un tira y afloja por
los puntos de conflicto existentes entre estos dos agentes mundiales. Las principales barreras del lado norteamericano son la actual ley de Buy american -
bloquea la compra pública a las empresas foráneas -, y el tráfico
aéreo. Para Europa, el tema agrícola y los productos genéticamente
modificados, y además, la tradicional resistencia francesa a un tratado
semejante con su cierre en banda en el tema cultural.
¿Cómo afectaría a España?
Un estudio de la fundación alemana Bertelsmann concluye que España sería el cuarto país que más puestos de trabajo crearía
si se llegase a concretar el acuerdo transatlántico y también el cuarto
en el que más se incrementaría la renta per cápita a largo plazo. En
concreto, el estudio estima que en España se podrían generar entre
36.000 y 143.000 nuevos empleos, dependiendo de si se eliminan sólo las
barreras arancelarias, o si acaban también las no arancelarias
(normativas de calidad, estándares nacionales, especificaciones técnicas
propias, cuotas,etc).
Para Carlos Rodríguez Braun,
doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense, un
acuerdo de tal magnitud «favorece a todo el mundo en la medida que
abarata los costes, mejorando la productividad y fomentando que los
paises se especialicen en los bienes y servicios donde tienen mayores
ventajas comparativas». Por tanto, este TLC abriría un mercado como el estadounidense a las empresas españolas que aún ven barreras a su expansión tal y como reconoce el señor Steinberg. Actualmente, EE.UU.
es el principal socio comercial de España fuera de la U.E., lo que
traducido en cifras de intercambio supone, de enero a abril de 2013, en
torno al 4% de las exportaciones y las importaciones.
Braun lo tiene claro ante los
posibles perjuicios para las pymes y entidades con problemas, «las
empresas menos competitivas de un sector claro que estarían
disconformes». Además recurre al tema agrícola, fuertemente subvencionado
en USA y UE, donde «los empresarios agrícolas siempre han protestado y
han demandado una destacada protección por si arribaba un malvado del
exterior y venden productos más baratos». Aunque Steinberg cree que,
pese a que la agricultura esté en la agenda, «claramente es el sector
con menos posibilidades que se liberalice nada porque tanto Europa como
USA tienen sistemas intervencionistas muy fuertes».
¿Qué sectores se verían mas favorecidos?
El secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz,
para una reciente entrevista ofrecida a Forbes España, ha aventurado
que el «segmento del coche medio, tecnológicamente avanzado, tiene una
gran oportunidad». Pero, todavía, es muy pronto para adentrarse en
predicciones de tal enjundia. En cuanto al efecto que supondría este
tratado para las relaciones comerciales españolas con América Latina - desviación de comercio-,
Steinberg resta importancia aludiendo a que «el intercambio de España
con América Latina no pesa demasiado, en España es más importante Europa
o la UE, en general». Aunque eso sí, para el investigador este posible
acuerdo, sin fecha fija, presenta un mayor significado en la geopolítica que lo que pueda repercutir económicamente.
Fuente: www.abc.es
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